sábado, 31 de octubre de 2015

Ella te contara...

Ella te contará lo que la prensa española se niega a investigar sobre Amancio Ortega e Inditex

Adquirir una prenda de ropa de las marcas del grupo Inditex que se haya confeccionado en Marruecos supone refrendar un sistema de producción en el que las trabajadoras acumulan hasta 65 horas a la semana detrás de una máquina para cobrar un salario de 178,72 euros mensuales, condiciones laborales que las mantienen “viviendo en situación de pobreza” mientras el fundador del imperio textil, Amancio Ortega, se consolida como la mayor fortuna del planeta.
La multinacional española feudo de Amancio Ortega, quien ostenta la tercera mayor fortuna en el mundo, propietaria de las marcas ZaraZara Home, Massimo DuttiPull & BearBershka,Oysho, Kiddy’s Class, Uterqüe o Stradivarius, entre otras, ha recibido numerosas denuncias en países como Marruecos, Portugal, Argentina o Brasil, tras descubrirse talleres clandestinos donde vivían niños menores de edad que eran explotados en condiciones infrahumanas, realizando jornadas que excedían las doce horas según informa tres24.
Estos hechos, que se vienen sucediendo con escaso impacto mediático por parte de los grandes grupos informativos en el mundo (¿complicidad, tal vez?) desde los inicios de la Compañía, siguen repitiéndose a pesar de que el código de conducta de la Empresa prohíbe terminantemente la esclavitud, tanto de manera interna como en las subcontratas. Estas últimas son frecuentes víctimas de la justificación de sus prácticas; Inditex alega que los cientos de talleres clandestinos repartidos por el mundo que han sido y son investigados por albergar a niños y familias enteras que trabajan en condiciones de esclavitud confeccionando prendas y calzado para Inditex son ajenos a su conocimiento y su gestión corporativa.
La prensa nacional se niega a investigar que ha detrás del rentable y sucio negocio de la explotación de millones de trabajadores. Sin embargo, el periódico noruego Aftenposten creó un “reality” donde 3 jóvenes fueran a Camboya para ver cómo se produce la ropa que se ponen a diario. En su apartado de video lanzó varios capítulos bajo el nombre Sweat Shop (ya disponible en español). En ella, se muestra a tres jóvenes noruegos que estuvieron en este país asiático, viviendo durante un mes en las mismas condiciones de vida y trabajo que las trabajadoras textiles. El resultado cambió sus vidas:
Más allá del objetivo de esta serie: ver a estos jóvenes enamorados de la moda llorando por todo lo que ven, es una oportunidad excepcional para mostrar las denunciables condiciones de trabajo que se vive en Camboya. Las largas jornadas de trabajo y un salario muy por debajo del nivel de vida ocasiona que más de 1.000 trabajadoras ya hayan perdido incluso el conocimiento mientras trabajaban en estas fábricas. Y eso sólo en lo que llevamos de 2014. Aunque recordemos que no es la única bajo sospecha, en este mismo blog contamos hace poco otro caso de explotación en Primark.
El ‘low cost’ de Primark tiene una doble cara. El convenio colectivo para las dependientas establece un salario base de 15.247 euros al año para los trabajadores a tiempo completo, que se reparte en 12 pagas mensuales y tres extras. Y mucho más: un informe elaborado por el prestigioso Centre for Research on Multinational Corporations, organización independiente holandesa sin ánimo de lucro  y el India Committee of the Netherlands, una ONG del mismo país impulsora de la campaña Clean Clothes (Ropas Limpias) contra la explotación vinculada al comercio textil, nos advierte de las prácticas “esclavistas” de algunos de los gigantes mundiales de la moda. Entre otras marcas, citan a Tommy Hilfiger, Timberland, H&M, Marks&Spencer, Diesel, Gap, C&A, El Corte Inglés, Cortefiel, Inditex( propietaria entre otras de las tiendas Zara).
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PERO LA HISTORIA VA MUCHO MÁS ALLÁ: LA CENSURA EN PRENSA

Aquel viaje cambió la vida de una de las jóvenes y muchos de los que pudieron ver los capítulos. Pero Anniken Jørgensen, bloguera de tan solo 17 años decidió emprender una campaña de denuncia sobre lo que vio y que aquella experiencia no quedara en una simple anécdota.

Decidió denunciar qué marcas estaban detrás de esa explotación, como la sueca H&M. Fue al empezar a señalar a marcas concretas donde empezó su calvario pues según denuncia en su blog, el medio que les llevó de viaje, Aftenposten, le prohibió hablar públicamente sobre lo vivido y sobre todo mencionar marcas, concretamente H&M. A pesar de los meses de lucha el silencio mediático se mantenía. Ningún medio parecía dispuesto a hacerse eco de su denuncia y hablar de las marcas que fabricaban en aquellas tiendas.
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ANNIKEN JØRGENSEN, La bloguera noruega que está molestando a H&M
Es increíblemente frustrante que una importante cadena de ropa tenga tanto poder que pueda asustar y condicionar al periódico más importante de Noruega. No es de extrañar que el mundo esté así.Pensaba que en mi país había libertad de expresión. Me equivoqué” Anniken Jørgensen.
Poco a poco, y gracias al poder de difusión de la gente a través de sus redes sociales, la lucha de esta bloguera está obteniendo sus frutos, su blog es más seguido y sus denuncias son difundidas gracias a usuarios como tú o como yo. Gracias a esta presión, H&M ha dado el paso y le ha solicitado una reunión en su sede en Estocolmo (Suecia) y su denuncia de boicot mediático empieza a tener eco en varios medios de su país.
 Según denuncian el estudio Shop ’til they drop el salario mínimo para los trabajadores del textil en Camboya ronda los 80 dólares, una cantidad que inferior a lo aconsejable para vivir con garantías básicas de salud y alimentación. Los contratos suelen ser temporales y se van renovando de forma reiterada a lo largo del tiempo para evitar que los trabajadores se afilien a sindicatos (no son renovados si se asocian a colectivos relacionados con la defensa de los derechos laborales).

Si hace unos días hablábamos de cómo muchas veces somos los propios consumidores los que no queremos ver qué hay detrás de la industria alimentaria, también nos toca hablar de cómo han conseguido convertirnos en consumidores de ropa de usar y tirar. Todo ello orquestado según las “modas” que nos imponen renovar el armario cada temporada y gracias a la explotación a la que someten a millones de personas y animales en todo el mundo para abaratar costes. Pero merecemos saber y que se difunda la verdad para ser clientes conscientes y rechazar ciertas prácticas.
“La proliferación de las tiendas low cost está íntimamente relacionada con una educación también low cost, que las políticas ultraliberales imponen a la sociedad: más bragas a 1 euro y menos Filosofía o Artes en los contenidos curriculares de escuelas y universidades. A través de un sistema de consumo estúpido y de una formación académica cada vez más estúpida, las sociedades serán más fácilmente manipulables, dirigidas, dominadas, vigiladas”
Extracto del artículo ‘Los calcetines de Primark’
Como bien sabe Anniken, es complicado que esto salga en las noticias.
Te necesitamos. Ayúdanos a difundir.      Angel Varela garcia.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Los fusilados...










Los fusilados por Franco murieron 2 veces. Cuando apretaron el gatillo y cuando en democracia se olvidaron de ellos.Angel Varela garcia.




Abatidos con las botas puesta..

Abatidos con las botas puestas: la exhumación de dos guerrilleros de la 'Operación Reconquista'

El pasado martes 20 de octubre concluyeron los trabajos de exhumación de dos guerrilleros en el cementerio municipal de Fuencalderas, que participaron en la Operación Reconquista, lanzada el 19 de octubre de 1944 por la Unión Nacional Española (UNE) y el Partido Comunista Español.

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Exhumación de dos guerrileros anónimos que participaron en la Operación Reconquista de 1944.- RICARDO GALLÁN.
FUENCALDERAS (ZARAGOZA).- El pasado martes 20 de octubre concluyeron los trabajos de exhumación de dos guerrilleros en el cementerio municipal de Fuencalderas, una pequeña localidad del prepirineo aragonés. Las labores, dirigidas y coordinadas por los arqueólogos Javier Ruiz y José Ignacio Piedrafita, responden a una “acción reivindicativa ante la inactividad del Estado”. Por ello, las asociaciones Charata y ARICO de Aragón han aunado esfuerzos en aras del reconocimiento moral de aquellos que fueron enterrados en el olvido.

Los restos encontrados pertenecen a dos guerrilleros anónimos que participaron en laOperación Reconquista, lanzada el 19 de octubre de 1944 por la Unión Nacional Española (UNE) y el Partido Comunista Español. El plan, elaborado por el dirigente comunista Jesús Monzón, consistía en infiltrar a través de los Pirineos una avanzadilla de unos pocos miles de guerrilleros, veteranos de la guerra civil española y de la resistencia francesa.

Estos grupos debían sabotear infraestructuras, enfrentarse con las fuerzas leales a la Dictadura y provocar una insurrección popular. El objetivo era capturar Viella, capital del valle de Arán, estableciendo un gobierno republicano en suelo español. Esto provocaría, según sus previsiones, una sublevación ciudadana y el apoyo directo de los aliados para acabar con el fascismo en España. Nada de ello sucedió.

El objetivo era capturar Viella, capital del valle de Arán, estableciendo un gobierno republicano en suelo español
Héroes de la Resistencia en Francia y meros bandoleros en España, muchos de éstos guerrilleros cayeron en los enfrentamientos contra las fuerzas del orden franquistas o bajo penas de ejecución dictadas por tribunales militares. Casi ochenta años después, todavía esperan en cunetas, montes o junto a las tapias de cementerios, donde sus cuerpos permanecen abandonados. Pese a la investigación histórica desarrollada por el equipo de Ruiz y Piedrafita, aún no se ha podido averiguar la identidad de los maquis enterrados en Fuencalderas. La falta de material documental se ha suplido con un intenso trabajo de campo encabezado por Luis Pérez. 

Éste vecino de Jaca ha pasado los últimos años recogiendo testimonios orales en el pirineo aragonés y navarro. Así, supieron de la presencia de ésta fosa, que no aparece en el Mapa de Fosas de Aragón. Sin embargo, su existencia era conocida por los vecinos de Fuencalderas. En 2010 el alcalde de la localidad, Francisco Javier Arbués, comunicó su existencia a la Oficina de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura, dependiente del Ministerio de Justicia.

Con la poca información disponible, la reconstrucción de los hechos nos lleva a Sierra Mayor, dónde a finales de octubre de 1944 tuvo lugar el encuentro entre los guerrilleros y la Guardia Civil. La presencia de un grupo numeroso de hombres armados había sido denunciada por un pastor ante las fuerzas del orden de Murillo de Gállego (localidad cercana). La Guardia Civil decidió entonces montar un servicio de vigilancia, cercando las vías de comunicación.

Al percatarse de la presencia de la patrulla, los partisanos decidieron esperar la llegada de la noche. Cuando la oscuridad se alió con ellos bajaron hasta la ermita de San Miguel. Allí, Luciano Tolosana (el ermitaño) preparó un guiso con una oveja que los guerrilleros llevaban, tras lo que el grupo se marchó, no sin antes advertirle que denunciara su presencia ante la guardia civil para evitar que tomaran medidas en su contra.

Lo siguiente que se sabe es que “se presentaron dos bandoleros armados con metralletas, a los que les fue echado el alto por el Guardia José Lavaro Tercero”. En la Memoria de la Comandancia rural de Huesca queda recogido el enfrentamiento, así como en el diario de operaciones de aquellos días conservado en el Antiguo Archivo de Capitanía General. El tiroteo se saldó con la muerte de los guerrilleros. 

Según el estudio elaborado por Pérez, “los cuerpos de los fallecidos fueron trasladados en camión hasta Fuencalderas, donde fueron expuestos. Casi todos los habitantes del pueblo pasaron a verlos, pues la práctica totalidad de las casas tenían parte de la familia residente en Francia y temían que se tratara de alguno de ellos”.

Solidaridad para exhumar

En cuanto a la financiación del proyecto, cabe destacar, una vez más, la solidaridad que impera entre las asociaciones de memoria histórica. En éste caso, y como las subvenciones fueron eliminadas con la llegada del Partido Popular al poder, el dinero fue aportado por un grupo de vecinos de Azuara, gracias a la mediación de Pérez. Hace unos años publicaron un libro sobre Doroteo Ibáñez, enlace de los maquis de la zona, con fondos públicos. Con el remanente que sobró de ese proyecto divulgativo se han cubierto los costes de búsqueda y exhumación de la fosa de Fuencalderas, además de los gastos de alojamiento del equipo de profesionales y voluntarios.
“El oro de la República está enterrado en las cunetas y en las tapias de los cementerios”. Y de momento, ahí sigue.
Una vez más, la sociedad civil se ha adelantado al Estado. Ha asumido parte de sus funciones ante la inactividad y dejadez de los aparatos institucionales en la recuperación de la Memoria Histórica. Y de la dignidad. Hace unos días el senador del PP por Murcia, José Joaquín Peñarrubia, decía que “ ya no hay más fosas que descubrir”. Quizá no sabe que España es el segundo país del mundo en número de fosas comunes y de desaparecidos, sólo por detrás de Camboya. Y esto es algo inaceptable, vergonzoso. Por ello, Javier Ruiz hace hincapié en el “reconocimiento moral” a la lucha de los guerrilleros, a los que no tienen nombre, pero que murieron con las botas puestas. A los que el libro de deudas de la memoria les debe un sitio, un lugar que no esté a dos metros bajo tierra.

Aunque algunos excusen su parsimonia en la idea de “cerrar heridas en lugar de abrirlas”, lo cierto es que en España aún hay vencedores, cuyos hijos y nietos se siguen jactando del suelo de osarios que hicieron con los vencidos. En su informe de 2014 sobre las exhumaciones en España, el Relator Especial de Derechos Humanos de la ONU, Pablo de Greiff señalaba cómo la Ley de Memoria Histórica “no establece una política estatal (...) sino una mínima regulación para que sean las organizaciones las que se encarguen” (de las exhumaciones).

En este sentido, de Greiff denunciaba “el recorte total de las subvenciones (…) y los inconvenientes generados por la renuencia del Estado de asumir responsabilidad (…): dispersión de esfuerzos, uso de metodologías de diverso rigor, dificultad en la gestión de los permisos requeridos. Finalizaba asegurando que la privatización de las exhumaciones facilita la indiferencia del Estado.

Ahora bien, al calor de las elecciones todo son promesas. A pesar de este renovado interés por la Memoria Histórica, asociaciones, profesionales y familiares mantienen un escepticismo crítico. No es la primera vez que se incumple un programa electoral. Como apunta Piedrafita, “si esperamos a que nos subvencionen, no haríamos nada”.

Estas palabras recuerdan a las ofensivas declaraciones del portavoz adjunto del Partido Popular en el Congreso, Rafael Hernando, cuando en noviembre de 2013 afirmaba que “algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle”. Resulta cuanto menos irónico que el portavoz y diputado por el PP, heredero político del franquismo, se preocupe tanto del dinero y tan poco de la memoria.

Porque no todos son iguales. Ni vencedores ni vencidos. Ya lo dijo Julián Besteiro, histórico dirigente moderado del PSOE, quien, a sus sesenta y nueve años, decidió permanecer en Madrid cuando la capital estaba a punto de caer en manos fascistas. Preguntado por el paradero de las reservas de oro del Banco de España (el famoso oro de Moscú), Besteiro respondió con una mezcla de orgullo y tristeza: “El oro de la República está enterrado en las cunetas y en las tapias de los cementerios”. Y de momento, ahí sigue.           Angel Varela Garcia.

Los 60 muertos de Monfragüe que Franco ocultó.

Memoria Histórica |   |
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Publicado por ARMH
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Los 60 muertos de Monfragüe que Franco ocultó

El dictador y la familia Oriol silenciaron el accidente que costó la vida a decenas de obreros en la mayor tragedia laboral en España.
elpais.com / Carmen Monforte / 22-10-2015
Hacia las nueve de la mañana del 22 de octubre de 1965, los niños del poblado obrero de los Saltos de Torrejón El Rubio, en pleno corazón de Monfragüe, apuraban el desayuno antes de ir a la escuela. El pueblo había sido levantado por Hidroeléctrica Española (hoy, Iberdrola) para albergar a familias de trabajadores que durante siete años participaron en la construcción de dos presas contiguas: una sobre el río Tajo y otra sobre su afluente el Tiétar, en un paraje del hoy Parque Nacional donde ambos ríos casi se tocan. La colosal infraestructura, en el que llegaron a trabajar hasta 4.000 personas, en su mayoría de otros pueblos de la provincia de Cáceres, tenía una particularidad: el enorme túnel o canal que se construyó para comunicar los dos embalses y bombear agua.
La presa en construcción. / EL PAÍS
El poblado, ubicado en la orilla izquierda del Tajo, a unos 500 metros de la presa, lo formaban pequeñas viviendas y chozos construidos por los propios obreros, muchos de ellos campesinos para los que el nuevo pantano era una oportunidad contra la emigración. Algunos de los servicios se encontraban en el poblado de la margen derecha, “el de arriba”, donde vivían los ingenieros y mandos encargados de la obra. Pero todos los niños compartían la misma escuela y a ella se disponían a ir aquella aciaga mañana de octubre cuando un ruido ensordecedor de sirenas y griterío los empujó, a ellos y a sus madres, monte arriba angustiados por la suerte de los padres, maridos e hijos que se encontraban en pleno cambio de turno.
Evacuados por la guardia civil, las asustadas familias sortearon brezos y jarales hasta un otero donde permanecieron hasta la noche. Desde allí pudieron ver con horror cómo el cauce del río, minutos antes seco, arrastraba aguas turbias y enfurecidas con un ruido atronador y cómo en el puente que unía ambas orillas y en algunas laderas los hombres se movían “como pájaros”, tal como lo recuerda Maricarmen Flores, entonces una niña.
Las víctimas reclaman un gesto de justicia póstuma: una placa con los nombres de los fallecidos
Lo que no podían imaginar es que ese día y en aquel lugar se estaba produciendo el accidente laboral más grave de la historia de España y la tercera mayor tragedia humana relacionada con la rotura de una presa. Una compuerta provisional (o ataguía) de 14 toneladas que cerraba el túnel de bombeo reventó por la presión del agua embalsada y anegó dicho túnel, de 16 metros de ancho, la central hidroeléctrica subterránea y varias galerías, segando la vida de dos cuadrillas de obreros que trabajaban en su interior. Pero el desastre no acabó ahí: el agua rebosó y arrastró consigo a otro grupo de trabajadores que remataban algunas tareas en el cauce seco del río. Y se agravó al verse la compañía obligada a abrir los aliviaderos del embalse para librar de agua los túneles e intentar rescatar a los fallecidos. El paraje quedó como tras un bombardeo, con hierros, escombros y maquinaria arrastrados por el agua. Se reconocieron oficialmente 54 cadáveres y otros 10 de accidentes anteriores, pero aun hoy en día se desconoce su número real, pues algunos desaparecieron aguas abajo.

Obra colosal

El pantano, cuya construcción había comenzado en 1959, estaba prácticamente terminado. De hecho, en aquellos días se había procedido a su llenado para comprobar el funcionamiento de los aliviaderos. Todos los testigos coinciden en que los responsables del embalse se excedieron en su llenado (el nivel del agua estaba a apenas 83 centímetros del tope) y de investigaciones oficiales posteriores se desprende que la compuerta de la desgracia no reunía los reglamentarios requisitos de seguridad. Y lo que iba a ser una fiesta, “ver las cascadas de espuma de agua desde los aliviaderos por primera vez”, en palabras de una víctima, se convirtió en una gran tragedia que no acabó ese día, pues durante meses se siguieron encontrando cadáveres (el último aparecería a mediados de 1966) y miembros mutilados de los desdichados obreros. Además, fueron los propios compañeros los encargados de rescatar a los supervivientes y cadáveres e incluso del traslado de los ataúdes en camiones que se entregaron precintados a las familias.
Pero otra capa de agua más oscura anegó la tragedia: la de la censura franquista que, en connivencia con la oligarquía representada por la todopoderosa familia Oriol (propietaria de Hidroeléctrica Española, que después construiría la gran presa de Alcántara, y muchos años después daría lugar a Iberdrola) y José María Aguirre Gonzalo (a la sazón, presidente de Agromán, la constructora encargada de las obras hoy integrada en Ferrovial). La dictadura de Franco no parecía dispuesta, en pleno boom de construcción de pantanos para producción eléctrica y regadíos, a que el desastre de Monfragüe, se le escapase de las manos como ocurrió en 1959 con el de Ribadelago, donde fallecieron 144 de sus habitantes, que tuvo una gran repercusión mediática nacional e internacional.
Las presas de Torrejón El Rubio comenzaron a funcionar en 1966. Franco nunca las inauguró
Así, los periódicos de la época (Arriba, ABC, Pueblo o Ya) informaron del accidente de forma escueta y casi anecdótica, dando casi más relevancia a la labor paternalista de las autoridades. El Nodo del 1 de noviembre se hizo eco del mismo en menos de un minuto. El silencio oficial hizo que ni siquiera en los pueblos de la provincia se haya conocido el suceso hasta hoy. La importante investigación de las documentalistas del Parque Nacional de Monfragüe, Rosa Escobar e Inés García Herrero, Los Saltos de Torrejón: una historia por contar, ha despertado por fin el interés por la tragedia.
Y si la información brilló por su ausencia, de la justicia poco que añadir. Las viudas recibieron apenas 20.000 pesetas y otras 5.000 por huérfano a cambio de renunciar a cualquier reclamación. La instrucción abierta por el juzgado de Navalmoral de la Mata acabó en 1970 con el sobreseimiento del caso en la Audiencia Provincial de Cáceres, pese a las pruebas de negligencia aportadas por los peritos. De la investigación de Escobar y Garía Herrero se desprende que más que defectuosa, la ataguía fue mal colocada. Muchos de los supervivientes se conformaron con el contrato fijo o el empleo con los que la eléctrica los Oriol les compensó.
Pese a la tragedia, o como consecuencia de ella, decenas de niños que pasaron su infancia en los Saltos mantienen un foro en internet en el que intercambian sus vivencias y la de aquella triste mañana en que no terminaron su desayuno. Solo reclaman un gesto de justicia póstuma. Paquita Martos y Ernesto Ávila son dos de aquellos niños que no han cejado en reivindicar la memoria histórica: “Queremos que se restituya la placa con los nombres de los fallecidos que hasta hace pocos años figuraba en la antigua capilla de los Saltos y que Iberdrola eliminó sin más explicación”. De todos, insisten, pues suponen que en ella no figuraban los empleados de Agromán.

El héroe del río y la tumba desconocida

A la tragedia de Monfragüe no le faltó un héroe, que sirvió al Gobierno y la compañía para distraer la atención sobre la inmensa tragedia. “El héroe de Torrejón”, así bautizó la prensa de la época con todo merecimiento a José Martín Malmierca, un avezado conductor de grúas natural de Malpartida de Plasencia que se encontraba trabajando en el cauce seco del río en el momento del accidente y salvó con una cesta enganchada a la pluma de su grúa a 25 o 30 compañeros. Recibió de Franco la medalla del mérito al trabajo y el ofrecimiento de Hidroeléctrica de trasladarse a trabajar a las oficinas de la central en Madrid, lo que él declinó. Malmierca fue también premiado con una visita a Roma y la revista Alba la pagó una estancia en Marbella.
El envés de esta historia es la del trabajador de Arroyo de la Luz, Agustín Oliva, cuya tumba fue hallada por la familia en 2007 en el cementerio de Toril, una pequeña aldea de Monfragüe. Tras 42 años desaparecido, sus hijas, María Victoria y Felisa, una de sus hijas, descubrió la carta que el juez de Navalmoral de la Mata que instruyó el caso envió en su día al Ayuntamiento de Arroyo de la Luz, informándole de la ubicación de los restos de su padre. La carta fue entregada a su tía, pero la mujer no sabía leer.
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Fotografía destacada: Camiones y maquinaria arrastrados por las aguas tras reventar la compuerta el 22 de octubre de 1965. / EL PAÍS
                                        Angel varela Garcia