martes, 8 de septiembre de 2015

una placa a los fusilados de la Diputación.

Una placa a los fusilados de la Diputación, “un sueño que pensé que no lograríamos”

Ricardo Mula Roca, hijo de uno de los 34 trabajadores de la Diputación fusilados en la Guerra Civil, pone voz a un homenaje largamente demandado
La Diputación colocará una plaza con los nombres de esos empleados, una de las medidas recogidas en la ley foral de memoria histórica
La asociación de familiares de fusilados, affna36, lamenta que durante la pasada legislatura el Gobierno de UPN dio pasos pero “le faltó voluntad”
La sede de la Diputación en Pamplona.
La sede de la Diputación en Pamplona.
“Ya no sé ni cuánto tiempo llevo esperando a esa placa”. Ricardo Mula Roca, natural de Elizondo (Navarra) pero residente en Barcelona, de 82 años, es una de las familias que demandaban avances al Gobierno Foral en la colocación de una placa en la Diputación que recordara a los 34 funcionarios que fueron fusilados durante la Guerra Civil. Parecía una cuestión de tiempo que se anunciara el homenaje, pero la pasada legislatura se acabó sin la esperada fecha y esta vez, tras una reciente llamada de atención del sindicato CCOO, el Ejecutivo ya baraja fechas para hacer memoria: en principio, todo apunta a que a mediados de mes se colocará esta placa en la fachada del edificio que da a la avenida San Ignacio de Pamplona.
Esta placa es una de las medidas incluidas en la ley foral de memoria histórica, 33/2013, que recoge la elaboración de un  mapa de fosas de Navarra, la habilitación de un lugar para  inhumar restos no reclamados por familiares y la retirada de  títulos honoríficos a personas vinculadas al régimen, tres cuestiones cumplidas durante la pasada legislatura, pero otras que siguen esperando. Como la creación de un banco de ADN, el impulso sin ambages de las exhumaciones, la retirada de  símbolos franquistas y la colocación de placas, monolitos o menciones específicas a cargos públicos o funcionarios tras el golpe militar de 1936. Diversos ayuntamientos y  el Parlamento sí lo hicieron desde la aprobación de la ley, pero la Diputación, el organismo de referencia, no.
De hecho, la asociación de familiares de fusilados, affna36, denunció el pasado mes de agosto que UPN dejara el Gobierno sin dar este paso, y tras más de siete meses de trabajo previo. La asociación primero buscó el número de personas que se debían incluir en la placa,  el Fondo Documental de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) corrigió y validó esa lista, y ya solo faltaba anunciar la fecha de colocación. A las familias incluso se les avisó de que ese paso podría darse en torno al pasado mes de febrero, pero no fue así.
“Incluso la placa estaba encargada, así que no fue por una falta de medios, sino de voluntad”, apunta Joseba Eceolaza, integrante de Batzarre y de la asociación affna36.
Ahora, el Ejecutivo foral, que en su acuerdo programático incluye precisamente medidas como retirar símbolos franquistas y avanzar en la realización de exhumaciones, ha anunciado por fin, a través de un comunicado, que el acto tendrá lugar en septiembre (todo apunta a mediados de mes) y que las familias y descendientes que quieran asistir al acto tienen que ponerse en contacto con el Ejecutivo ( aquí más información sobre las condiciones; para asistir hay que llamar al teléfono 948 012 012 o bien escribir al correo electróniconavarra@navarra.es).

"No puedo ni ver las boinas rojas"

Mula Roca es uno de los familiares de los fusilados, entre quienes hay camineros, interventores, inspectores, un chófer o recaudadores de arbitrios. En el caso del padre de Ricardo, Francisco Mula, era celador de caminos y “un republicano de pura cepa”. La suya no fue una historia al uso, no lo fusilaron inmediatamente. Ricardo subraya cómo ha recapitulado paso a paso la historia de su padre. Primero intentó huir hacia Irun pero fue apresado, y, desde entonces, entró y salió en varias ocasiones de la cárcel de Pamplona porque el marido de su mujer, Francisco Roca, era comandante militar en Estella e intercedía por él para que lo liberasen.
Y así transcurrieron esos meses hasta enero de 1937, cuando dos requetés fueron a buscarlo a su casa de Mugaire (Navarra). Ricardo, el menor de tres hermanos, apenas tenía “4 o 5 años”, pero lo recuerda bien porque su madre lo mandó a recibirlos vestido de requeté. “Se despidió de mí, y su cara se me quedó grabada. Aún me acuerdo de aquellas boinas rojas de los requetés; no puedo ni verlas, me pongo malo”, explica.
Se lo llevaron y, a la altura del municipio de Lantz, lo fusilaron el 26 de enero de 1937. Su esposa, Concepción Roca, se trasladó entonces con sus hijos a Cataluña. La familia ha intentado ya en dos ocasiones localizar los restos de Francisco sin éxito, pero Ricardo peleó para poder colocar en el pueblo, cerca de la entrada junto a la carretera, un monolito en su recuerdo. En este caso, el reconocimiento sí salió adelante, en un lugar donde ahora su hijo puede colocar unas flores con la bandera republicana. Y Ricardo Mula Roca insiste en que, durante años, la posibilidad de que la Diputación homenajeara a su padre era “un sueño que parecía que no íbamos a lograr”. “No me quería morir sin verlo”, confiesa.

Los 34 homenajeados

Mula insiste, al recordar la historia de su padre, que él fue solo "uno de ellos", de aquellos 34 trabajadores de la Diputación que fueron fusilados. La lista también incluye a Basilio Aedo Urra, Manuel Alfaro Alayeto, Esteban Amezqueta Blanco, Francisco Arbeloa Sada, Martín Artola Morrás, Pedro Belloso García, Calixto Ezker Mayo, Tomás Ganuza León, Felipe García, Benito García Calvo, Victorino García Enciso, Sotero García Lázaro, Félix García Resano, Ramón Huder Ansa, Eusebio Ijurra Astráin, Fermín Irigoyen, José Manuel Landa Elorza, Isidoro Latienda Asiáin, Francisco Lizarza Martínez de Morentín, Adrián Luquin Eraso, Félix Luri Amigot, Luis Pablo Martínez Ibáñez, Esteban Monasterio Carcar, Rodolfo Muerza Saraldi, Francisco Pascual Maeztu, Ramón Ramos García, Áureo Remírez Ibarrola, Mariano Ríos Pérez, José Roa García, Lucio Sáinz Ursua, Ignacio San Pedro Chocolonea, Aniceto Soto Pérez y Gil Valerio Sáinz.
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