Emotiva despedida a Periko Solabarria en su Portugalete natal
Familia, amigos y compañeros de lucha han despedido hoy a Periko Solabarria en su Portugalete natal. Cientos de personas han acompañado a su familia en un acto que ha comenzado en la calle Santa María, la misma que le vio nacer en 1930 y ha concluido en la ría, junto al antiguo cargadero de mineral de hierro. Allí, su familia ha acompañado el aventamiento de sus cenizas y su mítica txapela, lanzando flores entre el sonido de la txalaparta y la adarra, ante los arraunlaris de la Jarrillera que han alzado sus remos. «Agur aita, agur Periko, vuelve al mar», se ha despedido su hija.
«Siempre tuvo un afecto especial por Portugalete y un cariño especial a esta calle», han destacado amigos de la villa jarrillera que han querido dejar constancia del vínculo que siempre mantuvo con su lugar de origen, este también en la Margen izquierda, y tributar a Periko el homenaje que siempre rechazó en vida. En la misma empinada cuesta empedrada que desciende hasta la ría, su hija Usoa y sus nietas han descubierto una placa que recuerda la figura de Periko, en una de las viviendas en las que su familia residió durante décadas.
Fue «la calle de sus trastadas», la del Periko niño que conoció en primera persona el horror de la guerra y la de un joven Pedro (así le recuerdan aún en la villa) ya comprometido en múltiples luchas, «que siempre estaba metido en líos», según han rememorado los más jóvenes que le conocieron en las charlas, en la calle.
El acto ha arrancado con los bertsos de Xabier Amuriza y ha contado con el testimonio de Juan Mari Zulaika, «compañero de Pedro torturado» y expreso de la cárcel de Zamora, quien ha recordado que ya ordenado sacerdote en su destino a Triano, junto a las minas de su padre, es donde Periko encuentra sus raíces. «En plena parroquia, sermones contra la falta de libertades, con la Policía en el banco de atrás tomando notas, huelgas en Bandas, Altos Hornos, represión, lucha sindical, encerrona en Derio. Vinieron las multas y conoció la cárcel, Basauri y Zamora», ha rememorado micrófono en mano ante un gran número de público.
Ha recordado que Periko perteneció desde su origen al colectivo memorialista Goldatu, en otras de sus luchas, la batalla contra la impunidad del franquismo, de la que también fue un protagonista central, ya que se sumó a la querella argentina contra los crímenes del franquismo, aunque no tuvo oportunidad de declarar en el juzgado de Barakaldo.
En el acto han participado un buen número de colectivos de Portugalete, desde el coro Jarrilleroak que han entonado ‘Hegoak’ y ‘Agur Jauna’, seguidos de aplausos desde los balcones, hasta txistularis, dantzaris, txalapartaris … y el grupo Barbis, que han interpretado junto a la ría, ‘Abuelo dónde está Dios’ y ‘Azken dantza’. A lo largo de más de hora y media, se han recibido múltiples mensajes de recuerdo a la figura de Periko, entre ellos desde la prisión de Córdoba o desde Asturias. También se ha recordado su lucha hasta sus últimos días en colectivos como Berri Otxoak, Stop Deshaucios, con la juventud o por los derechos de los presos.
Los momentos más emotivos se han vivido junto a la ría, cuando los participantes en el homenaje se han encaminado en una breve kalejira hasta los antiguos cargadores de mineral, acompañada de remeros de La Jarrillera. Junto a las paredes del viejo cargadero que aún quedan en pie, sobre las que descansaba una gran imagen de Periko y la leyenda «pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles», se ha desarrollado la última parte del acto. Entre irrintzis y el sonido de la txalaparta, los arraunlaris han alzado los remos y se han aventado las cenizas de Periko contenidas en su txapela, que también ha sido lanzanda al mar, mientas sus familiares lanzaban flores desde la orilla. Antes, su hija Enara, ha recordado la historia menos conocida de Periko, la ligada a su más tierna infancia, para destacar que su padre fue «el segundo hijo de un matrimonio, como tantos en Euskal Herria, que se conoció en baile de la Canilla». «Su madre bajó del baserri de Bakio para trabajar como interna en casa de familias adineradas, su padre, uno más de una prolífera familia de origen guipuzcoano», ha contado, para resaltar que «Periko fue el fruto de esas primeras personas inmigrantes» que llegaron a trabajar «en las minas, en las fábricas, duramente, en condiciones de semiesclavitud, dejando sus vidas».
Ha dejado constancia Enara Solabarria de cómo vivió su padre la guerra, que estalló cuando solo contaba seis años, pero recordaba a la perfección, que pudo ser uno de los niños que embarcó huyendo de la misma, pero su madre no pudo separarse de ellos y que recordaba los sonidos de las sirenas y cómo corrían con su madre al refugio. Perdió su casa en un bombardeo y perdió a su padre, también en Portugalete, siendo muy joven. «Este es su origen, un origen que lo marcaría en su trayectoria en el seminario, en su sacerdocio, en su lucha», ha subrayado. Tal y como ha remarcado, «soñaba con un mundo mejor, más igualitario, donde se respetasen los derechos de la clase trabajadora, de las personas pobres, de los inmigrantes , de las mujeres, de los niños y las niñas… del pueblo, de Euskal Herria» y en su larga andadura, fue en las minas donde «forjó su espíritu luchador, rebelde, inconformista».
Ha dejado constancia Enara Solabarria de cómo vivió su padre la guerra, que estalló cuando solo contaba seis años, pero recordaba a la perfección, que pudo ser uno de los niños que embarcó huyendo de la misma, pero su madre no pudo separarse de ellos y que recordaba los sonidos de las sirenas y cómo corrían con su madre al refugio. Perdió su casa en un bombardeo y perdió a su padre, también en Portugalete, siendo muy joven. «Este es su origen, un origen que lo marcaría en su trayectoria en el seminario, en su sacerdocio, en su lucha», ha subrayado. Tal y como ha remarcado, «soñaba con un mundo mejor, más igualitario, donde se respetasen los derechos de la clase trabajadora, de las personas pobres, de los inmigrantes , de las mujeres, de los niños y las niñas… del pueblo, de Euskal Herria» y en su larga andadura, fue en las minas donde «forjó su espíritu luchador, rebelde, inconformista».
«Muchos años de lucha que hoy han hecho que esa piedra tenaz, fuerte, comprometida, al fin se convierta en polvo, polvo de mineral de hierro que a través de los cargaderos acaba en los barcos, en el mar. Un mar infinito que transmitirá su mensaje, su compromiso, ese mar de donde provenía su madre. Ese mar en el que tanto le gustó bañarse», ha concluido Enara Solabarria, para despedirse con un «agur aita!, agur Periko! Vuelve al mar! Zuk sortutako enbot beretik sortuko direlako besteak!». Angel Varela Garcia.