miércoles, 12 de agosto de 2015

La persecucio sistemática del euskera. -2-


La persecución sistemática del euskara por Francia y el Vaticano (II)

El gran cambio vino con “La Revolución Francesa”, con la cual llegó al poder una nueva clase social: la burguesía; burguesía asentada en las ciudades y que basada su riqueza en el comercio, frente a otra en decadencia: los terratenientes y señores que vivían de sus tierras, pero además supuso un cambio enFrancia como Estado, que pasó del despotismo, monárquico, totalitario y obsoleto, al totalitarismo de los Estado-nación, ejerciendo para ello una limpieza política de las naciones (y sus lenguas) y Estados ocupados en los siglos anteriores, comenzando hacia el exterior un nuevo ciclo de nacionalismo imperialista. La propia Revolución Francesa fue la que cortó brutalmente la continuidad de las incipientes escuelas en euskera, eliminó los Fueros -que habían ejercido de colchón frente al idioma francés- y pasó a perseguir todos los idiomas del Imperio que no fueran el francés con quemas masivas de publicaciones (los 90 libros escritos hasta entonces en euskera fueron quemados), además se convirtieron en habituales los castigos físicos y las multas, llegando incluso a dictaminar deportaciones masivas de población euskaldun con acusaciones tan graves como no hablar francés (4.000 vascos acabaron en las Landas durante el etnocidio, sobre 1.600 murieron). El juez de Ezpeleta, por ejemplo, fue guillotinado por mandar una carta a un amigo suyo exiliado, la carta no decía nada en especial, el delito punible con la pena máxima era que estaba escrita en euskera, convertido un idioma en enemigo de la patria francesa, todo ello tras los informes de Grégorie y Barére.
Grégorie y Barére consideraban en su informe el euskera como “un idioma de personas proclives al fanatismo y un obstáculo para la propagación de las luces”. Barére, jacobino, en 1794 advertía a la Convención Nacional: “¡Ciudadano! El lenguaje de un pueblo libre debe de ser el mismo para todos. Hemos visto cómo el dialecto bretón (sic), el dialecto que se llama vasco (sic), y las lenguas alemanas e italianas perpetúan el dominio del fanatismo y la superstición, que apoyan el mando de los sacerdotes y los aristócratas favorecen a los enemigos de Francia…Es una traición contra la patria dejar a los ciudadanos en la ignorancia del idioma nacional”.
Según el propio Grégoire, sobre 8 millones de “franceses”-uno de cada cuatro- cometían el delito de no saber francés y se expresaban en 30 variedades lingüísticas sobre una población de 29 millones -el país más poblado de Europa-: “Ni en Europa ni en ninguna parte del globo que yo sepa sucede que la lengua nacional no sea universalmente usada por la nación. Francia tiene en su seno quizás 8 millones de personas, de las cuales algunas apenas pueden balbucear unas palabras mal dichas en nuestro idioma: los otros lo ignoran completamente”, por lo que proponía directamente el “aniquilamiento de las lengua locales”. Para imponer el francés la mejor arma era la educación, y así, Barére propuso nombrar un instructor de la lengua francesa para cada pueblo que enseñase las leyes, los decretos y los mandatos de la Convención.
Los informes de Grégoire y Barére, además de una férrea educación, establecían que para conseguir una Francia monolingüe, era necesaria la creación de las sociedades patrióticas y el control absoluto de la prensa escrita en exclusiva en el idioma del Imperio, los llamados “rapports”, cuyos nombres eran “Le Journal Universel” y “Le Journal des Hommes Libres”, que buscaban lo contrario a lo que sus pomposos títulos decían.
En Francia empezaron a construirse escuelas con cierta continuidad en el siglo XVIII, el siglo de la ilustración, pero en 1848 todavía no estaban extendidas del todo. Durante la 3ª República francesa (1852-70) se sistematizó la apertura de colegios, sobre todo de primera enseñanza, y en Baiona apareció el Liceo de enseñanzas medias, todos íntegramente en francés. La 3ª República consideraba de nuevo vital la eliminación de lo que llamaba “lenguas étnicas”, por lo que la enseñanza en euskera siguió proscrita. Algunas de esas escuelas se abrieron al amparo de la Iglesia, como en el caso de Ustaritze, según explica Eukeni Goyheneche.
También fueron nefastas para el euskera todas las guerras de los siglos XVIII y XIX (la Revolución Francesa, Guerra de la Confederación, las Guerras del Imperio o “guerras napoleónicas” etc.) que supusieron un gran trajín de tropas extranjeras en suelo vasco, guerras provocadas y causadas por los ocupantes y sus ejércitos, de las que salimos mal parados los vascos, y que buscaban la uniformización, en todos los ámbitos, del Imperio francés o la invasión de nuevas tierras. Guerras que fueron el arranque para la creación de la actual nación francesa, así como para la imposición definitiva del idioma francés, continuando la labor inacabada que comenzó con la persecución en nombre de la “libertad, fraternidad e igualdad” de todo lo que no fuera francés, entendiendo este término como monolingüe y uninacional; proceso que no ha terminado pues seguimos vivos al igual que el euskera, pero sí se ha conseguido la imposición del idioma francés en todo su Imperio.
La negativa a la enseñanza del euskera mostrada desde siempre por la administración gala y una meditada ruralización de la zona que ha obligando a emigrar por razones económicas a los vascos a Francia o a otras de sus colonias, tuvo como consecuencia que la cada vez más escasa población sí conservara el euskera en su entorno familiar, pero nada más (ni en la escuela, ni en la administración…), tras quedar el pueblo mediante la represión armada-judicial-educacional sin fuerza para poder defenderse. Bretaña, Córcega, el Rosellón catalán y el País Vasco (incluso Gascuña-Occitania) son las naciones más marcadas de Francia junto con la francesa y son, en general, las regiones menos desarrolladas, condenadas a vivir básicamente del turismo.

Emblema del Centro Vasco “Iparralde”, en Buenos Aires: una evidencia del importante peso que la población argentina de raigambre nabarra tiene en América (Iturria: http://www.fevaonline.org.ar)
Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial (1914-18 y 1939-1944) murieron millones de seres humanos, muchos jóvenes vascos de Iparralde fueron obligados a defender Francia al ser obligatorio el servicio militar desde la pérdida foral durante la Revolución Francesa, lo que llevó a cimentarse un sentimiento francés en este territorio vasco, pero fueron más los que decidieron no ir a luchar y tuvieron que desterrarse para nunca más volver; a los caídos, Francia se preocupó de hacerles vistosas tumbas, pero la mayoría de los vascos murieron en América en su destierro, considerados traidores a Francia, traidores a los que intentaban eliminarlos como nación como hicieron primero con su Estado, así durante el siglo XIX la mitad de los desertores del ejército galo eran vascos, siendo éstos tan solo el 1% de la población de Francia. En Zuberoa la influencia de gascón-bearnés es medieval sin desplazar al euskera, el francés no se introdujo hasta las mencionadas dos Guerras Mundiales.
El escritor vasco Etienne Salaberri (Baja Navarra 1903-1981), escolarizado y educado como francés, acudió a la Segunda Guerra Mundial, fue hecho prisionero por los alemanes y comentaba en sus memorias: “Gerla aintzinean ez nekien euskalduna nintzala. Alemania zolan ohartu naiz odolez eta mintzairez euskaldun nintzala, Euskal Herriari zorretan nere izaitearen itxura bereziaz” (Antes de la guerra no sabía que era vasco. En tierra alemana me he dado cuenta de que de sangre e idioma era vasco, deudor al País Vasco de mi forma de ser diferente).
“Es bien sabido que los pueblos que han sido conquistados y colonizados, se caracterizan psicológicamente por una serie de rasgos personales y pautas de comportamiento, que pueden ser agrupadas dentro de la etiqueta, Síndrome del Colonizado”. José Tomás Bethencourt Benítez.
NORA ZOAZ ESKUAL SEMEA
“Nora zoaz eskual semea,
arma hori eskutan?
Armen hartzera deitzen naute
frantsen aldera.
Eskualerritik urrunduz,
ta atzerrira joanak,
a ze negarra entzunen duzu
Eskualerrietan!
Morts pour la patrie,
eskuara baizik
etzakiten haiek
morts pour la patir…”
(Gorka Knnör)
En el siglo XX el turismo y la llegada de jubilados franceses a las costas de Lapurdi, supusieron el último gran retroceso del euskera en Iparralde. En la zona Biarritz-Baiona-Angelu, donde se concentra la mayor parte de la población de Iparralde, el 64% de sus habitantes no ha nacido allí, proviene de otras partes del Imperio francés, sobre todo de la zona de París, su integración en la cultura vasca y conocimiento del idioma nativo es prácticamente nulo, por lo que su forma de actuar responde al modelo colonialista, ya que los vascos no tenemos forma de controlar el número de los llegados ni podemos exigir que aprendan el idioma de la tierra de acogida, básicamente por no tener ninguna de las armas para defender nuestra idiosincrasia que da un Estado propio (leyes, escuelas, policía, medios de comunicación etc.), y estar lejos el Estado imperialista francés de ser democrático y por tanto de reconocer ningún otro idioma o cultura que no sea el de la nación central francesa, entendida ésta como una nación monolingüe y por tanto lingüicida.
En Francia no se puede hablar siquiera de diglosia o del uso del idioma imperialista en todos los ámbitos públicos de la vida de forma casi única, sino que en Francia, en pleno siglo XXI, el linguicidio continúa, en el país de las “libertades” no cabe más que hablar el francés; es más, todas las demás pluralidades ya sean étnicas, religiosas, sexuales etc. sí se respetan y salvaguardan con gran ahínco, en el caso del idioma sin embargo no, qué vamos a decir de aceptar la realidad de una Francia plurinacional o siquiera de “nacionalidades” a la española, por tanto, como España, Francia no existe, es sólo un proyecto que va en el buen camino pero que no ha llegado a su meta: un Estado, una nación, un idioma, el cómo lograrlo o costa de qué o quiénes, es secundario para Francia como lo es para España.
-Alots Gezuraga-
                                                                     Angel Varela Garcia.

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