BUSCAME EN EL CICLO DE LA VIDA.
Las fosas franquistas están siempre ocupadas por esqueletos anónimos excepto en una, San Cristóbal, donde ha aparecido, entre las tibias de un esqueleto, una botella de jarabe con el nombre y los apellidos del muerto.
El tapón de rosca de la botella y un fragmento de periódico enrollado que llevaba dentro ha permitido conservar en su interior un documento del penal en el que algún funcionario resume el 26 de diciembre de 1943, la vida del preso 42: "Andrés Gangoiti Cuesta falleció en este establecimiento el día de la fecha a consecuencia de tuberculosis pulmonar. Tenía 23 años de edad, soltero, marino de profesión. Natural de Gorliz (Vizcaya) y vecino de Bilbao. Hijo de Lorenzo y de Lucía. Este penado fue condenado a la pena de 30 años por un consejo de guerra celebrado en San Sebastián por el delito de adhesión a la Rebelión".
También aparecieron botellas, éstas de vídrio, con los otros seis cuerpos que Aranzadi ha exhumado hasta el momento en el cementerio del fuerte de San Cristóbal, pero sin documento dentro. Los antropólogos creen que estas botellas, también enterradas entre las tibias, llevaban tapones de corcho que se pudrieron con la humedad e impidieron que se conservaran esos cortos resúmenes de vida de los jóvenes presos muertos de hambre y de frío en San Cristóbal.
Angel Varela garcia.El tapón de rosca de la botella y un fragmento de periódico enrollado que llevaba dentro ha permitido conservar en su interior un documento del penal en el que algún funcionario resume el 26 de diciembre de 1943, la vida del preso 42: "Andrés Gangoiti Cuesta falleció en este establecimiento el día de la fecha a consecuencia de tuberculosis pulmonar. Tenía 23 años de edad, soltero, marino de profesión. Natural de Gorliz (Vizcaya) y vecino de Bilbao. Hijo de Lorenzo y de Lucía. Este penado fue condenado a la pena de 30 años por un consejo de guerra celebrado en San Sebastián por el delito de adhesión a la Rebelión".
También aparecieron botellas, éstas de vídrio, con los otros seis cuerpos que Aranzadi ha exhumado hasta el momento en el cementerio del fuerte de San Cristóbal, pero sin documento dentro. Los antropólogos creen que estas botellas, también enterradas entre las tibias, llevaban tapones de corcho que se pudrieron con la humedad e impidieron que se conservaran esos cortos resúmenes de vida de los jóvenes presos muertos de hambre y de frío en San Cristóbal.
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