domingo, 2 de agosto de 2015

-56-.Mirame.

jueves, 15 de enero de 2015

MIRAME NAVARRA AL NATURAL.














En estos días de febrero la primavera asoma la patita por debajo de la puerta. Para el paseante poco cuidadoso, sin embargo, quizá las cosas pasen desapercibidas; no así para los que escuchamos y caminamos sin prisa por bosques, linderos y riberas. ¡Ya están tapizando los suelos las prímulas!

En la Edad Media a esta planta se la llamó “prímula veris”, o sea, la primogénita de la primavera. Ahora... este nombre se utiliza para denominar a otra de las muchas especies de prímulas que engalanan nuestros campos y bosques. En euskera se le llama bedats-lili (lirio infantil), San Jose lore goiztiar, San Jose lorea, o incluso udaberri lore goitziar (flor tempana de San José o flor temprana la de primavera).

Pero no solo amanecen las prímulas en estos días; los ciruelos, los cerezos silvestres y varias especies de espinos ya muestran sus flores descarados. Todos ellos tienen unas preciosas flores blancas, amarillas o rosáceas, delicadas y efímeras.

Los amaneceres ya son verdaderas sinfonías. Los mirlos, aún de noche, llaman al sol con la flauta de sus siringes. Pronto se les unen los zorzales, y el paisaje crepita por doquier con el chasquido de decenas de petirrojos. Los carboneros y los herrerillos son un poco más dormilones, pero antes de la salida del sol, con las primeras luces del alba, ya entonan sus cantos repetitivos y agradables. Me faltan los chochines durante estos días. Dentro de unas semanas su canto será el más notorio en los amaneceres rojos, pero ahora se les oye poco, aún se muestran perezosos o es que quizá no se fían de la primavera, a veces tan traicionera.

Están también los ríos de amores ruidosos. Los martines pescadores van y vienen entre raudos vuelos fugaces al ras del agua, chillando de amor. Y los mirlos acuáticos desgranan sus cantinelas enamoradas y revuelan los ribazos con su corpachón regordete para abalanzarse sorpresivamente al agua y desaparecer durante unos segundos bajo la superficie.

Ayer oí entre la arboleda el primer tableteo inconfundible: también los pájaros carpinteros se han unido a la fiesta. Mientras el pico picapinos tamborilea sobre el viejo roble, el pito real relincha sin parar por la espesura. Habrá que estar atento, sus parientes el pico menor y el picamaderos negro acudirán pronto a la cita sonora de los panoramas de mi tierra.

Ya no hay excusa. Pese a la temperatura, pese a la lluvia, el sol empieza a imponer su ley y mueve su batuta al son del renacimiento. Es hora de ir despertando del letargo. Y aunque siempre habrá un rincón para los amos de la noche, y los cantos del cárabo y del búho real seguirán adornando los sueños entre el crepúsculo y la alborada, el Mundo ya comprendió que por fin ya nació la primogénita de la primavera.

Juan Goñi
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 — con 
Angel Varela Garcia

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