Las guerras banderizas en el País Vasco medieval: oñacinos (procastellanos) frente a gamboínos (pronavarros).
El primer territorio vasco occidental en dejar de pertenecer al Reino de Navarra fue Vizcaya, ya que en 1179 Sancho el Sabio se vio obligado a pactar la cesión de parte sus territorios a Castilla. Mientras La Rioja era anexionada a la corona castellana, Vizcaya volvía a ser independiente pero bajo la órbita de Castilla, restaurándose el señorío vizcaíno que pasaría a ser gobernado, de nuevo, por la dinastía pro-castellana de los Haro. El territorio alavés fue invadido por Castilla en 1200 y después de 132 años de ocupación fue anexionado a la corona castellana. Y finalmente, en el caso guipuzcoano, sus territorios fueron invadidos y anexionados por Castilla en 1200.
Con la toma de control por parte de Castilla de estas tierras en el siglo XIII se daría comienzo a una de las etapas más convulsas de la historia vasca. Desde este siglo, hasta el XVI, fueron continuas las luchas entre los diferentes bandos que pugnaban por alcanzar el control de las diferentes regiones vascas.
Los gamboínos y los oñacinos eran las fracciones banderizas que se disputaban el control de las regiones vascas occidentales; siendo disputado este control en Navarra por agramonteses y beaumonteses. Los gamboínos eran leales a la corona de Navarra; los oñacinos, por contra, eran partidarios de la unión de las regiones vascas occidentales a Castilla (si bien estas lealtades a una u otra corona cambiaron algunas veces en función de los intereses de cada fracción).
Oñacino fue el guipuzcoano San Ignacio de Loyola que, antes de hacerse sacerdote, fue soldado y participó en la conquista castellana de Navarra. La familia del patrón de Navarra, San Francisco Javier, por contra, era agramontesa y contraria a la conquista castellana apoyada por los beaumonteses. Este santo era sólo un niño cuando los castellanos invadieron Navarra y, junto con su familia, tuvo que huir de su tierra.
Los oñacinos se convirtieron en muchas ocasiones en la mano derecha de la monarquía castellana. Vemos a un cardenal Mendoza, descendiente de los oñacinos alaveses, que, yendo en contra de la consanguinidad de los futuros reyes católicos, oficia su matrimonio.
La colaboración estrecha de la nobleza vasca occidental con la monarquía castellana irá in crescendo en las décadas siguientes, hasta que en el reinado de Felipe II, durante el apogeo del Imperio Español, en el siglo XVI, los "vizcaínos", que era como se llamaba en la época moderna a los vascos occidentales, riojanos, cántabros orientales y, en menor medida, a los navarros, monopolizan la administración de la corte española y de las colonias del imperio. Existe, durante esta época, una asociación generalizada, históricamente errónea, entre el pueblo vasco, el cántabro y el íbero, considerando la cultura y lengua vascas como las originarias de los españoles; y los fueros vascos como las leyes ancestrales de los españoles, unas leyes que debían ser respetadas y salvaguardadas por la monarquía española como máximo exponente de la españolidad. Los vascos representaban las esencias de España, la España indómita, los cántabros, que nunca pudieron ser conquistados ni por el mismo Imperio Romano, prueba de ello, según las creencias erróneas de la época, el que su milenaria lengua vasca siguiera siendo hablada. La asociación entre lo español y lo vasco llegó a tal extremo que incluso en la genealogía hecha por el cronista real guipuzcoano Esteban de Garibai para el rey Felipe II se le entroncó con los cántabros inconquistos, enlazando la monarquía española con los cántabros de la época romana, queriendo reflejar así una realidad histórica en la que los españoles habían nacido para someter a otros pueblos pero nunca para ser sometidos.
Volviendo al siglo XIII, las continuas luchas entre los bandos oñacino y gamboíno fueron muy violentas y en ellas participaron muchas personas. Los más oprimidos eran, fundamentalmente, los campesinos y los pobladores de las villas.
El surgimiento de los bandos gamboíno y oñacino no ha sido aún definitivamente marcado, difiriendo los historiadores así en la fecha como en las causas que las produjo. Generalmente, se suele establecer el primer cuarto del siglo XIII como la época en la que los nobles y la sociedad vasca en general, se encontraba ya dividida en estos dos bandos, y 1275, como el año en que hubo la primera gran guerra entre ellos.
Las razones del surgimiento de esta división en la sociedad vasca se suele achacar a dos factores: el factor económico generado por la crisis acaecida en este siglo, así como la polarización generada en la nobleza vasca occidental entre los partidarios y contrarios a dejar de pertenecer a Navarra.
Sobre el momento en que se iniciaron las hostilidades entre los banderizos, las opiniones más coincidentes lo refieren a un hecho acaecido en la iglesia de Ulibarri en Álava:
Era conducido un gran cirio encendido en una gran parihuela con destino a arder durante treinta días consecutivos en la iglesia, y las personas que en procesión lo acompañaban, se dedicaban durante ello a celebrar los sacrificios y oraciones usuales. Estaba siendo conducido el cirio por cuatro personas, cuando subiendo la pendiente de la montaña, se quejaban de cansancio los que iban detrás, y dijeron a sus compañeros:"daruagaz oinaz" (darúagas oñás; conduzcámoslo a brazo, o por lo bajo); a lo que contestaron los que iban delante, y menos cansados: "gaindik bihoa" (gáindi bijóa; llevémoslo en hombros o en alto). Los partidarios de los hombres que dijeron "daruagaz oinaz" dieron lugar al bando oñacino y los que indicaron "gaindik bihoa" al gamboíno. La hostilidad entre ambos bandos empezó, por tanto, en Álava, y pronto pasó a Vizcaya y posteriormente a Guipúzcoa. Cada uno de estos bandos agrupaba un conjunto determinado de linajes dirigidos por un Ahaide Nagusi (aáyde nagúsi, pronunciado en aquella época: ajáyde nagúsi; Pariente Mayor).
La corona castellana, a menudo, se vio desbordada por los acontecimientos, incapaz de poner orden en los territorios arrebatados a Navarra. Fueron tres los pilares de su política en esta zona:
Postularse como garante de la paz: conseguir un equilibrio entre los dos bandos que se disputaban el poder para, por un lado, conseguir pacificar estos territorios en guerra continua de bandos y, a su vez, evitar que los gamboínos tomaran el control, con lo que los territorios vascos occidentales volverían a pertenecer a Navarra. Navarra nunca renunció al País Vasco occidental o Navarra Marítima,considerándose legítima dueña de estas tierras, por lo que alentará rebeliones y apoyará a los gamboínos en aras a recuperar su territorio, pero sus esfuerzos fueron baldíos en contra de los oñacinos y de la poderosa Castilla. Si bien, a lo largo del tiempo, pudo reconquistar parte de La Rioja y territorios orientales de Álava y Guipúzcoa, Castilla no tardó tiempo en recuperarlos.
Postularse como el progreso para sus ciudadanos: cientos de vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses participaron en la repoblación de Castilla, muchos de ellos huyendo de las guerras banderizas, atraídos por las ventajosas ayudas dadas por la corona castellana; para que, de esta forma, los vascos occidentales comenzaran a mirar, más hacia Castilla, que hacia Navarra. Gracias a estas ventajosas prebendas colonos vascos occidentales fundaron poblaciones tan alejadas del País Vasco como La Zubia (del vasco zubia, "el puente") en la provincia de Granada, o Los Urrutias (del vasco urruti, "lejos") en Murcia, en los que la lengua vasca se habló durante varios siglos, conservándose, en estas zonas, apellidos vascos propios de estas tierras. Castilla era y quería postularse como tierra de oportunidades, como posteriormente lo fue América; mientras que Navarra había visto paralizada su expansión económica y territorial.
Postularse como garante de las libertades vascas: Castilla conservó las leyes vascas establecidas en los Fueros y profundizó en éstas, desarrollándose durante esta época la institucionalización del sistema foral vasco, cuya máxima dificultad residió en mantener el equilibrio, entre gamboínos y oñacinos, en los diferentes órganos de gobierno.
Este "encaje de bolillos" que tuvo que hacer Castilla durante tres siglos para poder controlar y pacificar esta zona, no sólo consiguió la pérdida de poder gradual del bando gamboíno, sino también la del bando oñacino, que para los intereses de Castilla, aunque pro-castellanos, era igual de perjudicial, reafirmando de esta manera la autoridad real castellana sobre todos los territorios de Euskadi.
Como uno de los episodios más significativos de la guerra de bandos, tenemos el acaecido en 1435 en Vizcaya. En esta época, ante la imposibilidad de que los dos bandos llegaran a un acuerdo, hubo dos alcaldes en la Villa de Bilbao. Un alcalde oñacino, y el otro, gamboíno. Esta situación irregular duró hasta 1445, en el que el rey de Castilla Juan II y XXII Señor de Vizcaya (1405-1454), nombró un único alcalde, condenando a muerte a los cabecillas de ambos bandos. Las hostilidades entre gamboínos y oñacinos continuaron y terminaron momentáneamente, durante el reinado de Enrique IV y XXIII Señor de Vizcaya (1454-1474). Este rey tuvo que desplazarse personalmente a su señorío en 1457, dirigiendo las Hermandades (agrupaciones de campesinos, habitantes de las villas y algunos hidalgos opuestos a los Parientes Mayores), para pacificarla, destruyendo sus principales fortalezas y desterrando a Castilla o confinando a muchos de los Parientes Mayores. Así, en 1468, el Concejo de Bilbao destruyó las casas que tenían en la villa algunos banderizos. Entre ellas las de los Abendaño y los Basurto del bando oñacino.
Estas guerras de bandos terminaron definitivamente en el siglo XVI, cuando, con el descubrimiento de América y la conquista castellana de la Navarra peninsular, cambian todos los parámetros económicos y sociales. Los Parientes Mayores pasarán de ser caudillos de las guerras banderizas a formar la nueva burguesía vasca, mercaderes y promotores de la construcción de barcos a las Américas, dándose los primeros pasos al surgimiento de una burguesía asentada en las villas costeras.
Imagen anexa: Torre de los Mendiotza (Mendoza) del bando oñacino en Mendiotza (Álava).
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Targoen gudak Erdi Aroko Euskal Herrian: Oinaztarrak (gaztelarren aldekoak) Ganboatarren aurka (nafarren aldekoak).
Bizkaia izan zen lehen euskal lurraldea Nafarroako Erresumakoa izaten utzi zuena, 1179.ean Antso Jakituna, derrigortuta, Gaztelarekin itun batera heldu zenean nafar lurralde batzuk emateko. Errioxa gaztelar koroara anexionatzen zen bitartean, Bizkaia, berriz ere, aske zen, baina Gaztelaren eremupean, bizkaitar jaurrerria berrezarriz, ostera ere, gaztelarren aldeko Haroko dinastiak gobernatuko zuena. Arabar lurraldea Gaztelak inbadituko zuen 1200.ean, eta okupatuta 132 urte pasatu eta gero, gaztelar koroara anexionatuta izango zen. Eta azkenik, gipuzkoar kasuan, bere lurraldeak inbadituak eta anexionatuak izan ziren 1200. urtean.
XIII. mendean Gaztelak lurralde hauen kontrola hartu zuenean euskal historiaren arorik aztoratuenetarikoari hasiera eman zitzaion. Mende honetatik, XVI. mendera arte, etengabeak izan ziren euskal herrialdeen kontrola lortzeko lehian ari ziren targo ezberdinen arteko borrokak.
Ganboatarrak eta oinaztarrak mendebaldeko euskal herrialdeen kontrola hartzeko lehian zeuden targoak ziren; Nafarroan, berriz, lehia hau agaramontarren eta beaumontarren artean izanez. Ganboatarrak Nafarroako koroari leialak ziren; oinaztarrak, aldiz, Gaztelari (hala ere, leialtasun hauek, koroa bati edo besteari, batzutan aldatu egiten ziren targo bakoitzaren interesen arabera).
Loiolako San Ignazio gipuzkoarra oinaztarra izan zen, apaiza izan baino lehenago soldadua izan zen, eta Nafarroako gaztelar konkistan parte hartu zuen. Nafarroako patroia den San Frantzisko Xabierkoaren familia, berriz, agaramontarra zen, eta beaumontarrek bultzatzen zuten gaztelar konkistaren aurkakoa. Santu hau ume bat zen bakarrik gaztelarrek Nafarroa inbaditu zutenean eta, bere familiarekin, bere lurretatik ihes egin behar izan zuen.
Oinaztarrak askotan gaztelar monarkiaren eskuineko eskua bihurtu ziren. Arabar oinaztarren ondorengoa zen Mendiotza kardenal bat ikusten dugu, etorkizunean, errege katolikoak izango zirenen arteko ezkontzaren elizkizuna egiten, ezkonberrien odolkidetasunaren aurka joanez.
Hurrengoko hamarkadetan mendebaldeko euskal nobleziaren lankidetza gaztelar monarkiarekin geroz eta sendoagoa izango zen. Adibidez, Felipe II.aren erregetzan, Espainiar Inperioaren goren unean, XVI. mendean, euskaldunek espainiar gortearen eta inperioko kolonien administrazioa monopolizatzen dute. Garai honetan zehar, historikoki okerra zen orokortze bat eman zen euskaldunak, kantabriarrak eta iberiarrak asoziatuz, espainiarren jatorrizko hizkuntza eta kultura bezala euskara eta euskal kultura kontsideratuz, eta are euskal foruak espainiarren antzinako legeak bezala, euskal lege batzuk espainiar monarkiak errespetatu eta babestu behar zituenak espainiartasunaren adierazgarririk nabarmenenak baitziren. Euskaldunek Espainiaren esentzia irudikatzen zuten, Espainia menderakaitza, kantabriarrak, Erromatar Inperioa berak ere garaitu ezin izan zituenak, honen froga, garai horretako okerreko sinismenen arabera, euskaldunek beren milaka urteko hizkuntza hitz egiten jarraitzea. Espainiarra eta euskalduna zenaren arteko asoziazioa maila batera heldu zen, Esteban Garibai errege-kronikari gipuzkoarrak Felipe II.aren genealogia egin zuenean kantabriar menderakaitzekin ahaidetu zuela, espainiar monarkia erromatar garaiko kantabriarrekin lotuz, honela, errealitate historiko bat irudikatu nahi zen zeinean espainiarrak beste populu batzuk menperatzeko jaioak ziren baina inoiz ez menperatuak izateko.
XIII. mendera itzuliz, ganboatar eta oinaztar targoen arteko etengabeko borrokak oso bortitzak izan ziren, hauetan jende askok parte hartuz. Zapalduenak, batez ere, nekazariak eta hiribilduetako biztanleak ziren.
Targoen sorrera ez dago oraindik oso argi, historialariek targo hauen sorreraren data eta arrazoiei buruz bat ez etorriz. Batez ere, XIII. mendeko lehen laurdena ezartzen da zegoeneko euskal noblezia eta, orokorrean, euskal gizartea bi targo hauetan banatuta zegoen unea, eta 1275.a, hauen arteko lehen guda haundia gertatu zen urtea.
Euskal gizartean gertaturiko zatiketa honen sorreraren arrazoia bi zergatiei egozten zaio: mende honetan gertaturiko krisi ekonomikoa, orobat Nafarroaren barne ez egotearen aldeko eta kontrakoen arteko euskal noblezian sorturiko polarizazioa.
Historialari gehienen aburuz targo bien harteko liskarrak Arabako Ulibarriko elizan jazotako gertaera batek piztu zuen:
Elizan hogeita hamar egunetan zehar sutan egoteko, kandela haundi bat eramaten ari ziren anda haundi baten gainean, eta prozesioan kandela akonpainatzen zutenek opariak eta ohiko otoitzak egiten zituzten. Kandela lau pertsonek eramaten zeudela, mendia igotzean, atzean zihoazenak nekatuta zeudela kexatu ziren, beren aurreko kideei esanez: "daruagaz oinaz"; eta aurrean zeudenek erantzun zieten: "gaindik bihoa". Azken hau esan zutenen aldekoek ganboatarren targoa osatu zuten eta aurrekoa, aldiz, oinaztarrena. Bien arteko liskarra, hortaz, Araban hasi zen eta, oso azkar, Bizkaiara eta, gero, Gipuzkoara zabalduko zen. Targo bakoitza leinu ezberdinez osatuta zegoen, Ahaide Nagusi bat buru zutelarik.
Gaztelar koroari, askotan, gertaerek gaindi egin zizkion, Nafarroari harrapatutako lurraldeetan ordena ipintzeko ezgai sentituz. Gune honetan Gaztelaren politikak hiru zutabe izan zituen:
Bakearen bermatzaile bezala aldarrikatu: boterea jadesteko lehian zeuden bi targoen artean oreka lortu, alde batetik, etengabeko targo-gudetan zeuden lurraldeak baketzeko eta, era berean, ganboatarrek kontrola ez hartzeko, bestela mendebaldeko euskal lurraldeak, ostera ere, Nafarroaren barnean egongo ziren. Nafarroak inoiz ez zuen uko egin mendebaldeko Euskal Herria nafar erresumaren barne egoteari, nafar koroak lurralde hauek Itsasaldeko Nafarroa kontsideratzen baitzuen, eta lurralde hauen legezko jabe. Horregatik, ganboatarren matxinadak lagunduko zituen lurralde hauek berreskuratzeko; hala eta guztiz ere, bere ahaleginak alferrikakoak izan ziren oinaztarren eta Gaztela boteretsuaren aurka. Nahiz eta denboran zehar Nafarroak Errioxako zati bat eta Arabako eta Gipuzkoako ekialdeko lurralde batzuk birkonkistatu ahal izan, Gaztelak azkar berreskuratuko zituen.
Biztanleentzat aurrerabide bezala aldarrikatu: Gaztelaren birpopulatzean ehundaka arabar, bizkaitar eta gipuzkoar parte hartu zuen, hauengandik asko targoen gudetatik ihes egiten, gaztelar koroak emandako laguntza abantailatsuez baliatuz; honela, mendebaldeko euskaldunek Gaztelari gehiago begira zezaten Nafarroari baino. Prebenda abantailatsu honei esker mendebaldeko euskaldunak Euskal Herritik hain urrun zeuden Granadako probintziako La Zubia edo Murtziako Los Urrutias bezalako herriak eraiki zituzten. Euskal kolonoek populaturiko gune hauetan euskaraz hainbat mendeetan zehar hitz egin zen, eta lurralde hauetako euskal abizenak oraindik kontserbatzen dira. Gaztela aukeren lurraldea zen eta aukeren lurraldea bezala aldarrikatu nahi zen, gerora, Amerika izan zen bezala; Nafarroak, berriz, bere ekonomia- eta lurralde-zabalkuntza geldituta ikusten zuen.
Euskal askatasunen bermatzaile bezala aldarrikatu: Gaztelak foruetan ezarritako euskal askatasunak kontserbatu zituen, eta hauetan sakondu zuen, garai honetan zehar euskal foru sistemaren instituzionalizazioa garatuz. Garatze honetan zailtasun haundiena gobernu erakunde ezberdinetan oinaztarren eta ganboatarren arteko oreka lortzea.
Gaztelak hiru mendeetan zehar lurralde hauek baketzeko eta kontrolpean izateko egin behar izan zituen "ehoziri-lanak", ez zuten bakarrik gaboatar targoaren boterea ahultzea lortu, baita oinaztarren boterea ere, zeren azken hauek, nahiz eta gaztelarren aldekoak izan, beren botere nahiek gaztelar interesentzat kaltegarriak ziren. Honela, Gaztelak, apurka-apurka, gaztelar erret-aginpidea egungo Euskadiko lurralde guztietan irmotzea lortuko zuen.
Targo-guden gertaera esanguratsuenetariko bat 1435. urtean Bizkaian jazotakoa dugu. Garai honetan, targoen artean akordio batera heltzeko ezintasunak, Bilboko Hiribilduan alkate bi egotera behartuko zuen. Hortaz, alkate bat oinaztarra zen eta bestea ganboatarra. Ezohizko egoera hau 1445.era arte luzatu zen Gaztelako Joan II.a erregea, eta Bizkaiko hogeitabigarren jaunak, alkate bakar bat izendatu zuenera arte, targo bien buruzagiei heriotza-zigorra ezarriz. Hala ere, oinaztarren eta ganboatarren arteko liskarrak jarraitu egin zuten, eta Henrike IV.a eta Bizkaiko XXIII. jaunaren erregetzan (1454-1474) momentuz liskar hauek amaitu ahal izan zituen. Errege bera 1457.ean bere jaurerrira joan behar izan zuen, gunea baketzeko Ermandadeak (nekazarien elkarteak, hiribilduko biztanleak eta Ahaide Nagusien aurkako kapare batzuez osatutakoa) zuzenduz, targoen gotorleku nagusiak suntsituz eta Ahaide Nagusi asko gartzelaratuz edo Gaztelara erbesteratuz. Honela, 1468. urtean Bilboko Kontzejuak targokide batzuk hiribilduan zituzten etxeak suntsitu zituen. Hauen artean oinaztarren targoko abendañuarrena eta basurtuarrena.
Targo-gudak XVI. mendean amaitu ziren, Amerika aurkitzean, eta Gaztelak penintsulako Nafarroa konkistatzean, ekonomia- eta gizarte-parametro guztiak aldatu zirenean. Ahaide Nagusiak targo-guden buruzagiak izatetik euskal burgesia berria osatzera pasatuko ziren, merkatariak eta Ameriketaranzko untziak eraikitzeko sustatzaileak, kostaldeko hiribilduetan finkatutako burgesia baten sorrerari lehen urratsak emanez.
Oinaztar targoaren Mendiotzarren Dorrea Mendiotzan (Araba).
Euskal Herriaren eta euskararen historiari buruzko artikulu gehiago Kondaira.net-en Facebook-eko profilan:
[ ::: www.face Angel Varela Garcia.
El primer territorio vasco occidental en dejar de pertenecer al Reino de Navarra fue Vizcaya, ya que en 1179 Sancho el Sabio se vio obligado a pactar la cesión de parte sus territorios a Castilla. Mientras La Rioja era anexionada a la corona castellana, Vizcaya volvía a ser independiente pero bajo la órbita de Castilla, restaurándose el señorío vizcaíno que pasaría a ser gobernado, de nuevo, por la dinastía pro-castellana de los Haro. El territorio alavés fue invadido por Castilla en 1200 y después de 132 años de ocupación fue anexionado a la corona castellana. Y finalmente, en el caso guipuzcoano, sus territorios fueron invadidos y anexionados por Castilla en 1200.
Con la toma de control por parte de Castilla de estas tierras en el siglo XIII se daría comienzo a una de las etapas más convulsas de la historia vasca. Desde este siglo, hasta el XVI, fueron continuas las luchas entre los diferentes bandos que pugnaban por alcanzar el control de las diferentes regiones vascas.
Los gamboínos y los oñacinos eran las fracciones banderizas que se disputaban el control de las regiones vascas occidentales; siendo disputado este control en Navarra por agramonteses y beaumonteses. Los gamboínos eran leales a la corona de Navarra; los oñacinos, por contra, eran partidarios de la unión de las regiones vascas occidentales a Castilla (si bien estas lealtades a una u otra corona cambiaron algunas veces en función de los intereses de cada fracción).
Oñacino fue el guipuzcoano San Ignacio de Loyola que, antes de hacerse sacerdote, fue soldado y participó en la conquista castellana de Navarra. La familia del patrón de Navarra, San Francisco Javier, por contra, era agramontesa y contraria a la conquista castellana apoyada por los beaumonteses. Este santo era sólo un niño cuando los castellanos invadieron Navarra y, junto con su familia, tuvo que huir de su tierra.
Los oñacinos se convirtieron en muchas ocasiones en la mano derecha de la monarquía castellana. Vemos a un cardenal Mendoza, descendiente de los oñacinos alaveses, que, yendo en contra de la consanguinidad de los futuros reyes católicos, oficia su matrimonio.
La colaboración estrecha de la nobleza vasca occidental con la monarquía castellana irá in crescendo en las décadas siguientes, hasta que en el reinado de Felipe II, durante el apogeo del Imperio Español, en el siglo XVI, los "vizcaínos", que era como se llamaba en la época moderna a los vascos occidentales, riojanos, cántabros orientales y, en menor medida, a los navarros, monopolizan la administración de la corte española y de las colonias del imperio. Existe, durante esta época, una asociación generalizada, históricamente errónea, entre el pueblo vasco, el cántabro y el íbero, considerando la cultura y lengua vascas como las originarias de los españoles; y los fueros vascos como las leyes ancestrales de los españoles, unas leyes que debían ser respetadas y salvaguardadas por la monarquía española como máximo exponente de la españolidad. Los vascos representaban las esencias de España, la España indómita, los cántabros, que nunca pudieron ser conquistados ni por el mismo Imperio Romano, prueba de ello, según las creencias erróneas de la época, el que su milenaria lengua vasca siguiera siendo hablada. La asociación entre lo español y lo vasco llegó a tal extremo que incluso en la genealogía hecha por el cronista real guipuzcoano Esteban de Garibai para el rey Felipe II se le entroncó con los cántabros inconquistos, enlazando la monarquía española con los cántabros de la época romana, queriendo reflejar así una realidad histórica en la que los españoles habían nacido para someter a otros pueblos pero nunca para ser sometidos.
Volviendo al siglo XIII, las continuas luchas entre los bandos oñacino y gamboíno fueron muy violentas y en ellas participaron muchas personas. Los más oprimidos eran, fundamentalmente, los campesinos y los pobladores de las villas.
El surgimiento de los bandos gamboíno y oñacino no ha sido aún definitivamente marcado, difiriendo los historiadores así en la fecha como en las causas que las produjo. Generalmente, se suele establecer el primer cuarto del siglo XIII como la época en la que los nobles y la sociedad vasca en general, se encontraba ya dividida en estos dos bandos, y 1275, como el año en que hubo la primera gran guerra entre ellos.
Las razones del surgimiento de esta división en la sociedad vasca se suele achacar a dos factores: el factor económico generado por la crisis acaecida en este siglo, así como la polarización generada en la nobleza vasca occidental entre los partidarios y contrarios a dejar de pertenecer a Navarra.
Sobre el momento en que se iniciaron las hostilidades entre los banderizos, las opiniones más coincidentes lo refieren a un hecho acaecido en la iglesia de Ulibarri en Álava:
Era conducido un gran cirio encendido en una gran parihuela con destino a arder durante treinta días consecutivos en la iglesia, y las personas que en procesión lo acompañaban, se dedicaban durante ello a celebrar los sacrificios y oraciones usuales. Estaba siendo conducido el cirio por cuatro personas, cuando subiendo la pendiente de la montaña, se quejaban de cansancio los que iban detrás, y dijeron a sus compañeros:"daruagaz oinaz" (darúagas oñás; conduzcámoslo a brazo, o por lo bajo); a lo que contestaron los que iban delante, y menos cansados: "gaindik bihoa" (gáindi bijóa; llevémoslo en hombros o en alto). Los partidarios de los hombres que dijeron "daruagaz oinaz" dieron lugar al bando oñacino y los que indicaron "gaindik bihoa" al gamboíno. La hostilidad entre ambos bandos empezó, por tanto, en Álava, y pronto pasó a Vizcaya y posteriormente a Guipúzcoa. Cada uno de estos bandos agrupaba un conjunto determinado de linajes dirigidos por un Ahaide Nagusi (aáyde nagúsi, pronunciado en aquella época: ajáyde nagúsi; Pariente Mayor).
La corona castellana, a menudo, se vio desbordada por los acontecimientos, incapaz de poner orden en los territorios arrebatados a Navarra. Fueron tres los pilares de su política en esta zona:
Postularse como garante de la paz: conseguir un equilibrio entre los dos bandos que se disputaban el poder para, por un lado, conseguir pacificar estos territorios en guerra continua de bandos y, a su vez, evitar que los gamboínos tomaran el control, con lo que los territorios vascos occidentales volverían a pertenecer a Navarra. Navarra nunca renunció al País Vasco occidental o Navarra Marítima,considerándose legítima dueña de estas tierras, por lo que alentará rebeliones y apoyará a los gamboínos en aras a recuperar su territorio, pero sus esfuerzos fueron baldíos en contra de los oñacinos y de la poderosa Castilla. Si bien, a lo largo del tiempo, pudo reconquistar parte de La Rioja y territorios orientales de Álava y Guipúzcoa, Castilla no tardó tiempo en recuperarlos.
Postularse como el progreso para sus ciudadanos: cientos de vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses participaron en la repoblación de Castilla, muchos de ellos huyendo de las guerras banderizas, atraídos por las ventajosas ayudas dadas por la corona castellana; para que, de esta forma, los vascos occidentales comenzaran a mirar, más hacia Castilla, que hacia Navarra. Gracias a estas ventajosas prebendas colonos vascos occidentales fundaron poblaciones tan alejadas del País Vasco como La Zubia (del vasco zubia, "el puente") en la provincia de Granada, o Los Urrutias (del vasco urruti, "lejos") en Murcia, en los que la lengua vasca se habló durante varios siglos, conservándose, en estas zonas, apellidos vascos propios de estas tierras. Castilla era y quería postularse como tierra de oportunidades, como posteriormente lo fue América; mientras que Navarra había visto paralizada su expansión económica y territorial.
Postularse como garante de las libertades vascas: Castilla conservó las leyes vascas establecidas en los Fueros y profundizó en éstas, desarrollándose durante esta época la institucionalización del sistema foral vasco, cuya máxima dificultad residió en mantener el equilibrio, entre gamboínos y oñacinos, en los diferentes órganos de gobierno.
Este "encaje de bolillos" que tuvo que hacer Castilla durante tres siglos para poder controlar y pacificar esta zona, no sólo consiguió la pérdida de poder gradual del bando gamboíno, sino también la del bando oñacino, que para los intereses de Castilla, aunque pro-castellanos, era igual de perjudicial, reafirmando de esta manera la autoridad real castellana sobre todos los territorios de Euskadi.
Como uno de los episodios más significativos de la guerra de bandos, tenemos el acaecido en 1435 en Vizcaya. En esta época, ante la imposibilidad de que los dos bandos llegaran a un acuerdo, hubo dos alcaldes en la Villa de Bilbao. Un alcalde oñacino, y el otro, gamboíno. Esta situación irregular duró hasta 1445, en el que el rey de Castilla Juan II y XXII Señor de Vizcaya (1405-1454), nombró un único alcalde, condenando a muerte a los cabecillas de ambos bandos. Las hostilidades entre gamboínos y oñacinos continuaron y terminaron momentáneamente, durante el reinado de Enrique IV y XXIII Señor de Vizcaya (1454-1474). Este rey tuvo que desplazarse personalmente a su señorío en 1457, dirigiendo las Hermandades (agrupaciones de campesinos, habitantes de las villas y algunos hidalgos opuestos a los Parientes Mayores), para pacificarla, destruyendo sus principales fortalezas y desterrando a Castilla o confinando a muchos de los Parientes Mayores. Así, en 1468, el Concejo de Bilbao destruyó las casas que tenían en la villa algunos banderizos. Entre ellas las de los Abendaño y los Basurto del bando oñacino.
Estas guerras de bandos terminaron definitivamente en el siglo XVI, cuando, con el descubrimiento de América y la conquista castellana de la Navarra peninsular, cambian todos los parámetros económicos y sociales. Los Parientes Mayores pasarán de ser caudillos de las guerras banderizas a formar la nueva burguesía vasca, mercaderes y promotores de la construcción de barcos a las Américas, dándose los primeros pasos al surgimiento de una burguesía asentada en las villas costeras.
Imagen anexa: Torre de los Mendiotza (Mendoza) del bando oñacino en Mendiotza (Álava).
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Targoen gudak Erdi Aroko Euskal Herrian: Oinaztarrak (gaztelarren aldekoak) Ganboatarren aurka (nafarren aldekoak).
Bizkaia izan zen lehen euskal lurraldea Nafarroako Erresumakoa izaten utzi zuena, 1179.ean Antso Jakituna, derrigortuta, Gaztelarekin itun batera heldu zenean nafar lurralde batzuk emateko. Errioxa gaztelar koroara anexionatzen zen bitartean, Bizkaia, berriz ere, aske zen, baina Gaztelaren eremupean, bizkaitar jaurrerria berrezarriz, ostera ere, gaztelarren aldeko Haroko dinastiak gobernatuko zuena. Arabar lurraldea Gaztelak inbadituko zuen 1200.ean, eta okupatuta 132 urte pasatu eta gero, gaztelar koroara anexionatuta izango zen. Eta azkenik, gipuzkoar kasuan, bere lurraldeak inbadituak eta anexionatuak izan ziren 1200. urtean.
XIII. mendean Gaztelak lurralde hauen kontrola hartu zuenean euskal historiaren arorik aztoratuenetarikoari hasiera eman zitzaion. Mende honetatik, XVI. mendera arte, etengabeak izan ziren euskal herrialdeen kontrola lortzeko lehian ari ziren targo ezberdinen arteko borrokak.
Ganboatarrak eta oinaztarrak mendebaldeko euskal herrialdeen kontrola hartzeko lehian zeuden targoak ziren; Nafarroan, berriz, lehia hau agaramontarren eta beaumontarren artean izanez. Ganboatarrak Nafarroako koroari leialak ziren; oinaztarrak, aldiz, Gaztelari (hala ere, leialtasun hauek, koroa bati edo besteari, batzutan aldatu egiten ziren targo bakoitzaren interesen arabera).
Loiolako San Ignazio gipuzkoarra oinaztarra izan zen, apaiza izan baino lehenago soldadua izan zen, eta Nafarroako gaztelar konkistan parte hartu zuen. Nafarroako patroia den San Frantzisko Xabierkoaren familia, berriz, agaramontarra zen, eta beaumontarrek bultzatzen zuten gaztelar konkistaren aurkakoa. Santu hau ume bat zen bakarrik gaztelarrek Nafarroa inbaditu zutenean eta, bere familiarekin, bere lurretatik ihes egin behar izan zuen.
Oinaztarrak askotan gaztelar monarkiaren eskuineko eskua bihurtu ziren. Arabar oinaztarren ondorengoa zen Mendiotza kardenal bat ikusten dugu, etorkizunean, errege katolikoak izango zirenen arteko ezkontzaren elizkizuna egiten, ezkonberrien odolkidetasunaren aurka joanez.
Hurrengoko hamarkadetan mendebaldeko euskal nobleziaren lankidetza gaztelar monarkiarekin geroz eta sendoagoa izango zen. Adibidez, Felipe II.aren erregetzan, Espainiar Inperioaren goren unean, XVI. mendean, euskaldunek espainiar gortearen eta inperioko kolonien administrazioa monopolizatzen dute. Garai honetan zehar, historikoki okerra zen orokortze bat eman zen euskaldunak, kantabriarrak eta iberiarrak asoziatuz, espainiarren jatorrizko hizkuntza eta kultura bezala euskara eta euskal kultura kontsideratuz, eta are euskal foruak espainiarren antzinako legeak bezala, euskal lege batzuk espainiar monarkiak errespetatu eta babestu behar zituenak espainiartasunaren adierazgarririk nabarmenenak baitziren. Euskaldunek Espainiaren esentzia irudikatzen zuten, Espainia menderakaitza, kantabriarrak, Erromatar Inperioa berak ere garaitu ezin izan zituenak, honen froga, garai horretako okerreko sinismenen arabera, euskaldunek beren milaka urteko hizkuntza hitz egiten jarraitzea. Espainiarra eta euskalduna zenaren arteko asoziazioa maila batera heldu zen, Esteban Garibai errege-kronikari gipuzkoarrak Felipe II.aren genealogia egin zuenean kantabriar menderakaitzekin ahaidetu zuela, espainiar monarkia erromatar garaiko kantabriarrekin lotuz, honela, errealitate historiko bat irudikatu nahi zen zeinean espainiarrak beste populu batzuk menperatzeko jaioak ziren baina inoiz ez menperatuak izateko.
XIII. mendera itzuliz, ganboatar eta oinaztar targoen arteko etengabeko borrokak oso bortitzak izan ziren, hauetan jende askok parte hartuz. Zapalduenak, batez ere, nekazariak eta hiribilduetako biztanleak ziren.
Targoen sorrera ez dago oraindik oso argi, historialariek targo hauen sorreraren data eta arrazoiei buruz bat ez etorriz. Batez ere, XIII. mendeko lehen laurdena ezartzen da zegoeneko euskal noblezia eta, orokorrean, euskal gizartea bi targo hauetan banatuta zegoen unea, eta 1275.a, hauen arteko lehen guda haundia gertatu zen urtea.
Euskal gizartean gertaturiko zatiketa honen sorreraren arrazoia bi zergatiei egozten zaio: mende honetan gertaturiko krisi ekonomikoa, orobat Nafarroaren barne ez egotearen aldeko eta kontrakoen arteko euskal noblezian sorturiko polarizazioa.
Historialari gehienen aburuz targo bien harteko liskarrak Arabako Ulibarriko elizan jazotako gertaera batek piztu zuen:
Elizan hogeita hamar egunetan zehar sutan egoteko, kandela haundi bat eramaten ari ziren anda haundi baten gainean, eta prozesioan kandela akonpainatzen zutenek opariak eta ohiko otoitzak egiten zituzten. Kandela lau pertsonek eramaten zeudela, mendia igotzean, atzean zihoazenak nekatuta zeudela kexatu ziren, beren aurreko kideei esanez: "daruagaz oinaz"; eta aurrean zeudenek erantzun zieten: "gaindik bihoa". Azken hau esan zutenen aldekoek ganboatarren targoa osatu zuten eta aurrekoa, aldiz, oinaztarrena. Bien arteko liskarra, hortaz, Araban hasi zen eta, oso azkar, Bizkaiara eta, gero, Gipuzkoara zabalduko zen. Targo bakoitza leinu ezberdinez osatuta zegoen, Ahaide Nagusi bat buru zutelarik.
Gaztelar koroari, askotan, gertaerek gaindi egin zizkion, Nafarroari harrapatutako lurraldeetan ordena ipintzeko ezgai sentituz. Gune honetan Gaztelaren politikak hiru zutabe izan zituen:
Bakearen bermatzaile bezala aldarrikatu: boterea jadesteko lehian zeuden bi targoen artean oreka lortu, alde batetik, etengabeko targo-gudetan zeuden lurraldeak baketzeko eta, era berean, ganboatarrek kontrola ez hartzeko, bestela mendebaldeko euskal lurraldeak, ostera ere, Nafarroaren barnean egongo ziren. Nafarroak inoiz ez zuen uko egin mendebaldeko Euskal Herria nafar erresumaren barne egoteari, nafar koroak lurralde hauek Itsasaldeko Nafarroa kontsideratzen baitzuen, eta lurralde hauen legezko jabe. Horregatik, ganboatarren matxinadak lagunduko zituen lurralde hauek berreskuratzeko; hala eta guztiz ere, bere ahaleginak alferrikakoak izan ziren oinaztarren eta Gaztela boteretsuaren aurka. Nahiz eta denboran zehar Nafarroak Errioxako zati bat eta Arabako eta Gipuzkoako ekialdeko lurralde batzuk birkonkistatu ahal izan, Gaztelak azkar berreskuratuko zituen.
Biztanleentzat aurrerabide bezala aldarrikatu: Gaztelaren birpopulatzean ehundaka arabar, bizkaitar eta gipuzkoar parte hartu zuen, hauengandik asko targoen gudetatik ihes egiten, gaztelar koroak emandako laguntza abantailatsuez baliatuz; honela, mendebaldeko euskaldunek Gaztelari gehiago begira zezaten Nafarroari baino. Prebenda abantailatsu honei esker mendebaldeko euskaldunak Euskal Herritik hain urrun zeuden Granadako probintziako La Zubia edo Murtziako Los Urrutias bezalako herriak eraiki zituzten. Euskal kolonoek populaturiko gune hauetan euskaraz hainbat mendeetan zehar hitz egin zen, eta lurralde hauetako euskal abizenak oraindik kontserbatzen dira. Gaztela aukeren lurraldea zen eta aukeren lurraldea bezala aldarrikatu nahi zen, gerora, Amerika izan zen bezala; Nafarroak, berriz, bere ekonomia- eta lurralde-zabalkuntza geldituta ikusten zuen.
Euskal askatasunen bermatzaile bezala aldarrikatu: Gaztelak foruetan ezarritako euskal askatasunak kontserbatu zituen, eta hauetan sakondu zuen, garai honetan zehar euskal foru sistemaren instituzionalizazioa garatuz. Garatze honetan zailtasun haundiena gobernu erakunde ezberdinetan oinaztarren eta ganboatarren arteko oreka lortzea.
Gaztelak hiru mendeetan zehar lurralde hauek baketzeko eta kontrolpean izateko egin behar izan zituen "ehoziri-lanak", ez zuten bakarrik gaboatar targoaren boterea ahultzea lortu, baita oinaztarren boterea ere, zeren azken hauek, nahiz eta gaztelarren aldekoak izan, beren botere nahiek gaztelar interesentzat kaltegarriak ziren. Honela, Gaztelak, apurka-apurka, gaztelar erret-aginpidea egungo Euskadiko lurralde guztietan irmotzea lortuko zuen.
Targo-guden gertaera esanguratsuenetariko bat 1435. urtean Bizkaian jazotakoa dugu. Garai honetan, targoen artean akordio batera heltzeko ezintasunak, Bilboko Hiribilduan alkate bi egotera behartuko zuen. Hortaz, alkate bat oinaztarra zen eta bestea ganboatarra. Ezohizko egoera hau 1445.era arte luzatu zen Gaztelako Joan II.a erregea, eta Bizkaiko hogeitabigarren jaunak, alkate bakar bat izendatu zuenera arte, targo bien buruzagiei heriotza-zigorra ezarriz. Hala ere, oinaztarren eta ganboatarren arteko liskarrak jarraitu egin zuten, eta Henrike IV.a eta Bizkaiko XXIII. jaunaren erregetzan (1454-1474) momentuz liskar hauek amaitu ahal izan zituen. Errege bera 1457.ean bere jaurerrira joan behar izan zuen, gunea baketzeko Ermandadeak (nekazarien elkarteak, hiribilduko biztanleak eta Ahaide Nagusien aurkako kapare batzuez osatutakoa) zuzenduz, targoen gotorleku nagusiak suntsituz eta Ahaide Nagusi asko gartzelaratuz edo Gaztelara erbesteratuz. Honela, 1468. urtean Bilboko Kontzejuak targokide batzuk hiribilduan zituzten etxeak suntsitu zituen. Hauen artean oinaztarren targoko abendañuarrena eta basurtuarrena.
Targo-gudak XVI. mendean amaitu ziren, Amerika aurkitzean, eta Gaztelak penintsulako Nafarroa konkistatzean, ekonomia- eta gizarte-parametro guztiak aldatu zirenean. Ahaide Nagusiak targo-guden buruzagiak izatetik euskal burgesia berria osatzera pasatuko ziren, merkatariak eta Ameriketaranzko untziak eraikitzeko sustatzaileak, kostaldeko hiribilduetan finkatutako burgesia baten sorrerari lehen urratsak emanez.
Oinaztar targoaren Mendiotzarren Dorrea Mendiotzan (Araba).
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